Llegar a los 40 te convierte automáticamente en un ser profundamente reflexivo, ya no discutes con gilipollas, te les quedas mirando, tus esfuerzos son redirigidos a todo aquello que verdaderamente merece la pena: Tú. Y haces muchos balances en cuanto tienes 5 minutos para pensar: ¿Qué quiero hacer? ¿Qué quiero seguir haciendo? ¿Con quién quiero estar? ¿Dónde quiero estar?…
Lo mas triste del mundo es plantarte en los 40 y tener la sensación de que no has hecho nada con tu vida que verdaderamente te conmueva. Os invito a hacer una reflexión hoy sobre esos big five que a veces tenemos y de los que no somos conscientes, pero que nos aportan en nuestra vida mucho más de lo que creemos, hasta el punto de hacernos cambiar nuestra forma de ver las cosas o de comportarnos con los demás.
Directo al grano
El momento más triste
La muerte de mi suegro. Ha habido dos muertes en mi vida que me han marcado especialmente, de pequeña con 9 años la muerte de mi abuelo materno, pero recuerdo que vivía más el dolor de los demás (especialmente el de mi madre) por encima del mío. Creo que de niña con todas las explicaciones que me dieron lo vi tan lógico, tan racional que lo acepté rápido.
Sin embargo la muerte de mi suegro sigue siendo para mí del todo inaceptable y cuando ahondo en la pena descubro que no es un sentimiento egoísta, no soy solo yo quien le echa de menos, le echo de menos a través de mis hijas, sufro verdaderamente la pérdida de un abuelo más que de mi suegro, siento profundamente que mis hijas no vayan a disfrutar de él.
¿Qué ha aportado el momento más triste a mi vida?
Parece una frase barata de autoayuda, pero no acostarse nunca enfadado, decir siempre que lo sientas: Te quiero, aunque se dé por sentado, y disfrutar con las personas que forman parte de tu círculo como si literalmente no hubiera mañana.
El momento más feliz
No me ha tocado la lotería así que no sé lo que se siente… el día que acabé la carrera no fue el día más feliz de mi vida, ni el día de mi boda, ni el día en el que nacieron mis hijas. Si te dijera que hubo solo un momento superfeliz te mentiría.
Soy muy feliz en el momento en el que marco la salida del trabajo y el curro se me ha dado bien, soy feliz el día antes de irme de vacaciones a un país que no conozco, soy muy feliz cada vez que mis hijas me dejan 1 hora de paz y puedo escribir o ver Netflix, soy muy feliz cuando en un día consigo lo que me he propuesto hacer.
Personalmente creo que la felicidad no es un estado orgásmico continuo en plan soy feliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiz sin límites, no, para mi es más un goteo apreciativo, en plan, no estoy enferma, no me duele nada, he cogido el metro al vuelo, me han sujetado la puerta del ascensor, la wifi va bien…
¿Por qué es importante ser consciente de que eres feliz?
Ser consciente de que soy diariamente notablemente feliz, menos los martes, que son odiosos y no entiendo cómo nadie puede ser feliz un martes.
El momento más OhDiosMioDeMiVida
También hay bastantes al día, cada vez que hay un like en Facebook, cada vez que leo un comentario, cada vez que alguien me escribe pidiéndome consejo para un viaje, cada vez que soy consciente de cómo nos acercan las redes sociales, como tienes esa naturalidad de preguntar a una persona que no conoces sin parecer el loco de la colina. Me sigue sorprendiendo y positivamente. Recuerdo que cuando alcance la cifra de 100 seguidores dije OMG y nos fuimos a celebrarlo, hoy somos 2.500 y cada +1 me sigue dejando atónita. Pues les gustarán mis coñas, me digo a menudo. Puedo asegurar que cualquiera que me conoce bien no podía imaginar ni en sus sueños más premonitorios que YO fuera a tener un blog de temática maternal. Pero así es la vida… sorprendente.
¿Qué implican esos momentos OMG a mi vida?
Que la vida es aprendizaje. Darte cuenta de que no sabes por dónde te va a llevar la vida, que estudias una cosa y terminas trabajando de otra, que piensas que se te da bien una historia y es una cagada tras cagada, que de todo se sale, que eres capaz de reinventarte y salir de cualquier hoyo, que tu imaginación es poderosa, que si inviertes un poquito en ti no hay nadie que te conozca mejor que tú y te impulsas hasta donde tú quieras llegar, que la mayoría de las veces eres tú mismo es que más límites se pone y que es maravilloso cuando te sientes acompañado en el camino.
El momento más terrorífico
Supongo que una persona normal diría que el día que nacieron sus hijos fue el día más feliz de su vida, pues no, para mí ese día fue uno de los días más terroríficos de mi vida, ni agridulce, ni emocionante, ni feliz, ni nada. Puro y verdadero terror. Solo he sentido vivir la vida de otro en dos ocasiones, durante la mini-depresión de 2008 y recorriendo los pasillos de la Paz dirección al quirófano de urgencias.
Esas preguntas huecas que te atronan el cerebro: ¿Esto me está pasado a mi?.
La noche en la REA (reanimación), el holter, el sangrado, el dolor…. La mañana siguiente todos juntos en plan ¿y ahora qué?… No poder ni levantarte a coger tus hijas, sentir que no se enganchan al pecho, los coágulos, los entuertos, la tripa vacía… Terror en estado puro.
¿Cómo te cambia el miedo?
Tomamos verdadera conciencia de que hay muchas cosas que escapan a tu control, como el inicio de una depresión sin sentido, una infertilidad, una bradicardia de uno de tus bebés o la recuperación de una cesárea de urgencia. Hay mucho en lo que sólo puedes esperar que suceda y quedas a merced del azar. Pasar por esos momentos me hace ser una persona que asume y reacciona a las cosas tal y como vienen, anticipando solo cuando es absolutamente necesario.
Un momento de paz
Hay un momento en cada viaje que hago una bolita cerebral de esas que salen en la película Inside out de Disney, tomo consciencia de donde estoy, la suerte que tengo y lo que más me gusta del momento, atenta a las sensaciones, la temperatura del agua (normalmente estoy en el agua) y la calidez del sol. Soy muy consciente de que en unos pocos días estaré delante del ordenador tirando de recuerdo para sobrellevar el sexto marrón del día. Esos son mis momentos de paz, esos reductos que fabrico y en donde me puedo esconder cuando estoy estresada y a los que vuelvo cuando no me puedo dormir. Así es como fabrico yo misma mi mantra visual.
¿Por qué buscar la calma, el equilibrio?
Querer buscar la paz es fundamental, apreciar el silencio, oírte pensar, disfrutar a veces del aburrimiento, huir de relaciones que te alteran y sacan lo peor de ti, salir de trabajos que consumen tu energía y matan tu creatividad…
Es difícil encontrar la calma en el día a día, es imposible oírte pensar cuando tienes dos hijos hablándote a la vez, es complicado concentrarte en un trabajo en la que estas a 10 diez cosas al mismo tiempo… Nuestras rutinas no nos lo ponen fácil! Pero te invito a que busques un rincón tranquilo te pongas un Gin & Tonic y pienses en esos 5 momentos que seguro han cambiado tu vida a mejor.
Feliz Gin & Tonic!
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