Leía hace tiempo un grito hecho texto de una madre que básicamente estaba hasta los huevos de ser juzgada, la verdad es que recomiendo su lectura (que no puedo poner el link aqui porque no la he vuelto a encontrar, mira que es difícil encontrar una cosa en internet, pero prometo buscarla y ponerla), porque seguro que te ves reflejado, ya no en el aspecto “maternal” sino en el hecho de sentirte juzgado por el motivo que sea.
Y es por ese motivo por el que escribo este post, porque la gente, las personas, las madres, los seres humanos, juzgamos a otras personas por defecto, porque somos así, porque está en nuestra naturaleza y escrito en nuestros genes. Pero lo que me gustaría decirles a todas aquellas personas que se sienten mal, observadas, juzgadas y en definitiva que se sienten malos padres, es que no “solo” les juzgan por ser un mal padre o madre, que se queden tranquilos, …, la gente en general te juzga por todo, el juicio es muuuuucho más amplio, la sociedad te juzga en toooodos los aspectos DE TU VIDA.
La gente juzga como vistes, tu aspecto en general, juzga lo que comes y cómo lo comes, juzga si vives tirando el dinero en el alquiler o estás hipotecado hasta las trancas, juzga tu matrimonio, a tu marido o pareja, el coche que tienes y el estado en que lo tienes, el orden en tu casa, juzga las horas que trabajas, a lo que dedicas el tiempo libre, juzga cómo y en qué te gastas el dinero, juzga tus decisiones, juzga donde te vas de vacaciones, tu forma de expresarte, juzga tu forma de relacionarte, tu generosidad…
¿No es agotador?¿No es para mandarlo todo a la mierda y hacerte anacoreta?
Con esto quiero hacerte ver que: La gente no te juzga por ser un mal padre o madre, la gente juzga tu persona entera, tu forma de vivir, tu filosofía de vida y el cómo te relacionas con los demás. TODO. Y es continuo.
Directo al grano
Y ante los juicios y lo que nos autoexige ¿qué hacemos?
Hay tantas formas válidas de vivir como personas en este puto mundo, las marcas, la publicidad, intentan hacernos iguales que vayamos como un rebaño, que vistamos igual, como en una secta…, todos con la misma camiseta con el mismo mensaje… pero luego la realidad es que no todos entramos en la misma talla, ni nos queda igual, ni nos sentimos igual de bien llevándola… ¿no?
- ¿Por qué lo tuyo es más válido que lo mío?
- ¿Por qué tu forma de pensar es mas logica que la mía?
- ¿Por qué la decisión que has tomado es mejor que la mía?.
Intentar que la gente deje de juzgarnos es imposible, que sea más empática se puede conseguir haciéndole entender, explicándolo en el momento, comprandonos una camiseta con un cartel gigante en miss borderlike pero frenar opiniones o juicios es biológicamente imposible, así que lo único que podemos hacer es aprender a gestionar la culpa que nos producen esos juicios, por salud mental.
Hay tres opciones de plantar cara a los juicios, en orden de radicalismo:
- Que os den por culo cabrones dejarme vivir mi vida
- Escucho tu opinion y me la apunto en la lista de cosas que me importan una mierda
- Valoro tu contribución y consejo (que no te he pedido) y dejame darle una vuelta porque eres una persona que me importa, me has ayudado en otras ocasiones y por encima de todo valoro tu opinión, lo que no significa que vaya a seguir tu consejo.
Recuerdo las palabras de una psicóloga amiga mía que un dia me dijo una frase que cambió un poco mi mundo en ese momento:
El sentimiento de culpa sólo tiene sentido si lo sientes porque has hecho daño intencionadamente, si no, ¿que sentido tiene?, tú haces las cosas lo mejor que sabes, ¿no?.
La frase parece a primera vista un poco tonta y obvia pero cuando la interiorizas, es del todo liberadora.
Tú partes de que haces las cosas como puedes y sin intención de herir a nadie, si en el camino alguien chilla, pues pides perdón, ¿Por qué rebozarse entonces en la culpa?¿Por que darte golpes de pecho pensando que podías haberlo hecho mejor?
La autoflagelación está pasada de moda, haces lo que puedes y llegas hasta donde llegas, que tu médico te dice que es peor para tu feto la ansiedad que produce no fumar que un esporádico cigarrillo, pues fuma y suda de las miradas acusadoras y plantéate a futuro que es lo mejor, que llevas a tus hijos un bocata de mortadela despues del cole y te encuentras que otras madres les llevan anacardos y leche de almendras, pues suda de ese momento y plantéate a futuro que es lo mejor, que has pegado un grito a tu hijo y los padres montessori han chascando la lengua, pues suda y plantéate a futuro que es lo mejor.
Siempre somos capaces de ser mejores, SIEMPRE, y todos en algún momento cometemos un error, pues bueno ¿Y que?.
Establecer límites es bueno y necesario
Con todos y en todos los aspectos, hay que recordar de vez en cuando hasta donde queremos escuchar, sobre todo de nuestras personas cercanas, de nuestros padres por ejemplo. Ellos son padres desde el momento en que estuvimos allí envueltos en la mantita del paritorio, y para muchos padres, seguimos siendo aquellos bebés indefensos que se mueven por el mundo sin saber de los peligros, para ellos aconsejarte es un instinto natural de protección que a veces a ti te desconcierta, ¿Tienen que opinar tus padres del coche que te compras, donde te vas a vivir o el número de hijos que debes tener según tu sueldo?, a muchos de vosotros os parecen graciosas las preguntas y un poco locas, y otros diréis coño! mis padres opinaron sobre eso… y casi no hago esta o tal cosa!, porque su opinión nos pesa, porque han sido nuestras guías durante muchos años, pero ese cordón umbilical transparente hay que ir cortandolo con cariño, para encontrar nuestro propio camino.
En búsqueda de la aceptación total
La culpa que nos genera el estar en desacuerdo con algo o alguien es básicamente por esa necesidad que tenemos de aceptación social, opinamos igual, estamos en la misma línea, somos un equipo, estamos de acuerdo en medio de todos estos que nos llaman locos, al menos dos contra el mundo…. eso te da paz y confianza en que la decisión es la acertada pero tienes que tener una personalidad sólida y la cabeza muy bien amueblada para ir por la vida sin que te importe lo que digan los demás, lo normal es que busques la palmadita en la espada de “Bien hecho”… Pero ni tanto ni tan calvo, ese término medio en el que determinadas opiniones de los demás te enriquecen mientras deshechas las nocivas, ese punto en el que no eres una cabra loca ni una persona que somete todo a un cónclave familiar con voto secreto.
Confia en ti mismo
En vez de pensar que tu eres el equivocado y los demás llevan razón, plantearlo al revés, tú lo haces bien y luego ya si eso, reflexiona a ver si es la opción acertada.
Aquí os dejo el resumen muy a mi manera de una bonita parábola que me contaron en un cursillo de inteligencia emocional que creo que viene al hilo sobre cómo juzgamos de primeras sin arañar la superficie:
Había una vez un señor experto en inteligencia emocional, padre de teorías y erudito del tema que viajaba en autobús, con él había un padre y dos hijos que iban saltando y gritando alborotando a todo el pasaje, este hombre empatizando al máximo aguanto pisotones y empujones durante el trayecto, hasta el momento que no pudo más y pensando que en fin, que tan bueno era ser paciente con una situación incómoda como hacer ver a aquel padre impertérrito lo que le molestaban sus hijos.
El hombre se levantó y le dijo a aquel hombre de mirada cansada que si le parecía correcto el comportamiento de sus hijos. El padre con la mirada perdida le contesto que no sabia que decirles a aquellos niños que después de una semana en el hospital acababan de perder a su madre aquella mañana.
¿Cual era el comportamiento correcto de unos recién huérfanos?
Aquel día el experto en inteligencia emocional, recibió una buena lección ¿no?. Lo que tu ves y juzgas no es ya siquiera la punta del iceberg, es que no hay ni iceberg.
Y por supuesto autocrítica, deja de echar miradas de desaprobación a la gente, chascar la lengua en situaciones en las que no estés de acuerdo y de dar consejos si no te los piden.
No juzgues, intenta ponerte siempre en el lugar del otro, carpe diem.
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